3 de septiembre de 2012
Edward Hopper, la luz y la sombra
Casi a dos semanas vista para que finalice la exposición sobre Edward Hopper en el Museo Thyssen-Bornemisza, tuve la ocasión de poder visitarla y, la verdad, no defrauda. No sólo por las obras seleccionadas, aunque faltan algunas como "los trasnochadores (Nighthawks)", pero no es lo mismo apreciar un cuadro de Hopper en papel que en vivo, la melancolía que desprenden sus pinturas, no se puede apreciar totalmente a través del papel, las figuras con rostro sin rostro qu están ubicadas en una parte del plano expresando el relativo aburrimiento o tristeza de el momento que se para en el tiempo, los paisajes cargados de luz, la evolución de su pincelada a lo largo de su obra, con un comienzo de una pincelada gruesa que va derivando a una no tan gruesa, en la que cuida el detalle. Pero sobre todo la magnífica plasmación de la luz en los edificios, en las personas, en los objetos. No hay duda de que estamos ante uno de los artistas que junto a los impresionistas franceses supo captar de una forma extraordinaria la luz con sus sombras.
Muchos le han considerado como el pintor cinematográfico, por cómo envuelve la luz sus obras, pero saliendónos un poco de lo que es habitual, y de lo que todo el mundo habla, como son sus pinturas, en un rinconcito de paso entre dos galerías, podemos ver un monitor colgado en la pared del que salen las portadas de las revistas que ilustró Hopper a lo largo de su carrera, una faceta diferenciadora que no se nos debe pasar por alto, ya que dichas ilustraciones no son menos extraordinarias que sus pinturas.
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