17 de enero de 2014

El diseño gallego de Luis Seoane que no hay que olvidar

La peripecia vital e intelectual de Luis Seoane no supone tanto el esfuerzo de llevar a cabo una obra amplia y coherente, como la voluntad de devolverle a la plástica y al pensamiento gallego la dignidad perdida por los años de aislamiento y atraso: una creatividad apasionadamente comprometida con su tiempo.
La vida de Luis Seoane (Buenos Aires 1910-A Coruña 1979) fue un largo viaje a través del siglo XX. Formado en la época de la dictadura de Primo de Rivera, luchador en los años de la República, huido en 1936, organizador y promotor de la vida cultural en el exilio, viajero por el mundo y atento a los múltiples discursos que iba generando su época, Seoane fue testigo de excepción de este siglo agitado y convulso. Su obra, vasta y diversificada, su pensamiento abierto, sus iniciativas, lo convierten en un personaje destacado en el panorama de la cultura gallega y española del siglo XX, que ayudó a construir con su esfuerzo, su talento y su compromiso.




La obra de Seoane es una simbiosis entre el afán por evocar el arte tradicional de Galicia, manifestado a través de los petroglifos y de la enorme presencia del románico, y el arte de las vanguardias históricas, admiradas por el pintor gallego. Seoane fue autodidacta en su aprendizaje plástico, su curiosidad y admiración por la Galicia de sus antepasados y por el arte en general fueron los motores de su conocimiento. Los soportes utilizados para expresar su creatividad, más allá de la práctica de la pintura, van desde el grabado en todos sus aspectos (xilografía, litografía, etc.), el dibujo, el muralismo, el diseño gráfico (carteles, portadas de libros) e incluso la labor editorial.
En su primera etapa como pintor y dibujante se ve influido por el expresionismo alemán (Grosz, Otto Dix), los estudios de Lissitstzky, la metodología de la Bauhaus y, en mayor medida, por el trabajo de Pablo Picasso. 





A partir de los años cincuenta su obra evolucionará hacia una pintura en la que el escenario ya no tiene el protagonismo de antaño y en se reduce el sentido de la profundidad. Los descubrimientos técnicos que le proporcionan la realización de murales le llevarán alrededor de los años sesenta a expresarse por medio de una pintura plana de fuertes contrastes de color y de un grafismo que se superpone a la obra pictórica, cargando su obra de gran fuerza sintética, llevándola hacia una deconstrucción de la imagen que supondrá el cenit de su etapa de madurez.
Independientemente de la práctica pictórica, del dibujo y de sus investigaciones en el campo del grabado, Seoane merece ser recordado como el gran dinamizador de la cultura gallega en el exilio. Fundador de la editorial Botella al Mar, editor, voz de la emigración a través de revistas como Galicia Emigrante… todo ese trabajo culminaría en la creación, junto a Isaac Díaz Pardo, del grupo Sargadelos. Su estética marcará un antes y un después en la historia de las artes plásticas en Galicia.


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