Desde aquí invito a releer para aquellos que ya lo habéis leído, y para los que todavía no lo habéis hecho no dudéis en hacerlo.
Como bien dicen, este tratado de tipografía en el que Frutiger nos enseña parte de su conocimiento, se lee de una forma rápida, clara y concisa, como si estuvieras con el propio Frutiger tomando un café y charlando sobre un tema como es la tipografía, del que no le damos la verdadera importancia que tiene que tener, tanto en nuestra vida profesional como personal, ya que la escritura es un valor que hemos heredado de nuestros antepasados y hay que tratarla como se merece.
Desde Gustavo Gili nos han proporcionado esta oportunidad de poder acceder a su conocimiento.Frutiger dice:
Enseñar y aprender, el camino de la invención.
El adulto tiene la responsabilidad de transmitir su saber, sus habilidades. No es una obligación, sino un instinto profundo del que nace la paciencia para aceptar la cotidiana presencia de los jóvenes a su lado. Este instinto le lleva a hacerles oler, sentir, ver, amar el material; le empuja a enseñarles la preparación y el manejo de los utensilios; le incita a transmitirles la perseverancia, la necesidad de esforzarse una y otra vez, le induce a enseñarles cómo concebir y desarrollar una nueva obra.
Gracias a esta intimidad del trabajo en común, generación tras generación, igual que en una cadena, el saber y la habilidad siguen transmitiéndose, creciendo y abriéndose al futuro.
El saber y la habilidad que poseemos hoy constituyen la base del mañana. La obra actual, profundamente arraigada en todas las actividades del pasado humano, constituye el fundamento de la obra por venir. La mujer y el hombre tienen una responsabilidad: ser conscientes de que la clave del pasado se convierte en la piedra angular del futuro.A. Frutiger
Desde Gustavo Gili nos han proporcionado esta oportunidad de poder acceder a su conocimiento.Frutiger dice:
Enseñar y aprender, el camino de la invención.
El adulto tiene la responsabilidad de transmitir su saber, sus habilidades. No es una obligación, sino un instinto profundo del que nace la paciencia para aceptar la cotidiana presencia de los jóvenes a su lado. Este instinto le lleva a hacerles oler, sentir, ver, amar el material; le empuja a enseñarles la preparación y el manejo de los utensilios; le incita a transmitirles la perseverancia, la necesidad de esforzarse una y otra vez, le induce a enseñarles cómo concebir y desarrollar una nueva obra.
Gracias a esta intimidad del trabajo en común, generación tras generación, igual que en una cadena, el saber y la habilidad siguen transmitiéndose, creciendo y abriéndose al futuro.
El saber y la habilidad que poseemos hoy constituyen la base del mañana. La obra actual, profundamente arraigada en todas las actividades del pasado humano, constituye el fundamento de la obra por venir. La mujer y el hombre tienen una responsabilidad: ser conscientes de que la clave del pasado se convierte en la piedra angular del futuro.A. Frutiger
No hay comentarios:
Publicar un comentario